Por Omar Garfias
@Omargarfias
Lamentablemente la deliberación política no es sobre las formas de resolver los problemas que padecemos quienes vivimos en Culiacán.
Lamentablemente los problemas están aquí, sin ser considerados con la importancia necesaria en la agenda pública.
Hay registro de que 244 mil personas viven en la pobreza, con ingresos menores a 4 mil 24 pesos mensuales en la zona urbana ó 2 mil 886 en la zona rural. Tienen, por lo menos, una carencia en cuanto a vivienda, educación, acceso a los servicios de salud, alimentación, servicios básicos o seguridad social.
Además, 18 mil 28 personas viven en pobreza extrema.
Sus ingresos son menores a 1 mil 982 pesos mensuales en la zona rural y a 1 mil 523 en la zona rural, y sus carencias sociales son tres o más.
Habitan una vivienda precaria 54 mil culichis. Con piso de tierra o paredes de cartón, o techos de lámina negra, o hacinados, o todas estas carencias juntas.
Entre 2015 y 2020 aumentaron en 70 mil quienes no tienen acceso a los servicios de salud. Subieron de 167 mil a 237 mil. La sustitución del Seguro Popular por el INSABI fue la causa, según reportaron las propias personas al INEGI.
La carencia que afecta a más pobladores de Culiacán es la falta de seguridad social, en específico el no contar con una pensión ante situaciones que les impidan trabajar, como accidentes, invalidez o embarazo. 344 mil culichis tienen ese problema.
No tienen agua, electricidad ni drenaje 54 mil pobladores de la capital de Sinaloa.
La evaluación sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sustentable -ODS 2030- también arroja información que debiera orientar la vida política.
En cuanto al uso de energías no contaminantes y el acceso económico al servicio eléctrico, nuestra ciudad obtiene una calificación de 4.5 en una escala del uno al diez. El promedio nacional es de 5.6.
El subíndice de industria, infraestructura e innovación está relacionado con modernizar la infraestructura al utilizar los recursos con mayor eficacia; aumentar el acceso de las pequeñas industrias al sector financiero; incrementar la contribución de la industria al empleo y al PIB, y aumentar la investigación científica y la capacidad tecnológica de los países en desarrollo. Ahí obtuvimos 4.3 de calificación.
El subíndice de ciudades sostenibles mide que las zonas urbanas sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. En este subíndice se integra la información relacionada con indicadores que revelan la gestión urbana y de sus comunidades. Para ello, Naciones Unidas definió diez metas al año 2030 relacionadas con la movilidad y los espacios públicos. En este rubro, Culiacán sacó: cinco.
El subíndice de vida de ecosistemas terrestres está orientado principalmente a gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener y revertir la degradación de las tierras, y frenar la pérdida de biodiversidad. Tres de calificación, en esto.
En el subíndice de paz, justicia e instituciones sólidas se mide el propósito de reducir significativamente todas las formas de violencia y las tasas de mortalidad en todo el mundo; terminar con todas las formas de agresiones y tortura contra los niños; promover el estado de derecho; luchar contra todas las formas de delincuencia organizada; reducir considerablemente la corrupción; crear, a todos los niveles, instituciones eficaces y transparentes que rindan cuentas; garantizar el acceso público a la información, y proteger las libertades fundamentales.
Para alcanzar las metas de los ODS de cara al año 2030 son necesarias sociedades pacíficas, justas e inclusivas. Estamos por debajo de 49 ciudades mexicanas.
La mejor forma de resolver los problemas es enfrentarlos, analizarlos, y encontrar una solución que derive en acciones concretas.
La peor forma es negarlos, menospreciarlos y no hablar de ellos.
Ojalá se haga política para resolver los problemas de Culiacán.
Así todos viviríamos mejor.
Comments