Por Déborah Buiza
@DeborahBuiza
No recuerdo cuándo fue la primera vez que asistí al teatro ni qué obra vi; sin embargo, tengo presente en mis recuerdos de niña que mi madre nos llevaba casi cada fin de semana al Teatro de la Lotería Nacional, en el Centro Histórico, donde presentaban obras infantiles sin costo.
También, que llegamos a asistir con regularidad a la presentación de las obras que montaban Fred Roldán y Lupita Sandoval en distintos foros, e incluso asistíamos a las presentaciones sabatinas o dominicales de grupos de teatro que tomaban clases en la Casa de Cultura cercana a la casa. Quizá por eso el teatro siempre me ha parecido un maravilloso lugar.
Siendo mamá, hay muchas cosas que me inquietan. Me gustaría poder dar herramientas a mis hijos para desarrollarse plenamente, de forma que puedan enfrentarse al mundo y encontrar quiénes son y qué quieren ser, y considerando que el arte nos permite conectar con nosotros mismos y acercarnos a los otros, que nos permite mirar la realidad como en un caleidoscopio y desarrolla habilidades, he buscado para ellos actividades que les permitan tocar un poco ese de mundo.
Con este contexto en mente, encontré unas clases de teatro para niños y pregunté a mis hijos si les interesaría tomarlas. Aceptaron y entonces nos sumergimos en la aventura de las clases de teatro.
He de ser sincera y decir que, por lo general, no pongo muy altas las expectativas a casi nada; no sé si es un mecanismo de protección o mi ilusión de que las cosas, por sí mismas, me sorprendan, así que nunca espero demasiado de nada; de igual forma, tampoco tenía grandes expectativas de la actividad en que inscribí a mis hijos. Simplemente quería que tuvieran una actividad que les permitiera divertirse, aprender, conectarse y conocer otros espacios, más allá de la casa, la escuela, las pantallas o el móvil.
Para mi sorpresa, el resultado fue realmente extraordinario. Al término del taller se presentó una muestra compuesta por varias escenas creadas de manera colaborativa por los integrantes del grupo de la mano del profesor. Los actores se presentaron totalmente vestidos de negro y descalzos, cada uno en su estilo, con pequeños pero precisos detalles en su vestuario que transmitían quiénes eran y de qué iba la escena, y con unos cajones de madera y accesorios en el espacio, sumado a una musicalización impecable, fueron creando el ambiente y la narración perfectas. Todo fue tan orgánico, tan mágico e increíble.
Hoy encontré un texto atribuido a William Martin que, entre otras cosas, decía “no pidas a tus hijos tener vidas extraordinarias… haz que lo ordinario cobre vida para ellos. Lo extraordinario se hará cargo por sí mismo”... y al recodar la muestra de esos pequeños me hizo todo el sentido del mundo.
En la descripción de Facebook de Grupo Teatral Emergente (los encargados del taller) se lee: “Trabajamos creando espectáculos que despierten emociones, estimulen la conciencia y la reflexión”... y durante los minutos que duró la muestra fue todo lo que sucedió: los pequeños actores y actrices tocaron nuestras emociones, estimularon nuestra conciencia y nos llevaron a la reflexión de temas como asumir la responsabilidad de nuestros actos, el valor de la amistad, la importancia del apoyo a los sueños y el cuidado del medio ambiente, entre otros.
— Sólo hay un tú y sólo hay un yo—, declara una pequeña actriz con mucha confianza en su voz, que me resuena en muchos niveles, me lleva a otros espacios y me hace escribir esta columna para tratar de transmitirles lo importante que es encontrar el arte que nos permita conocernos, conectarnos, encontrarnos y revelarnos sin filtros.
A través del arte también se hace terapia, se sana, se crece... Necesitamos dejar de verlo como un espacio exclusivo de cierto perfil social o de pensar que sólo quien quiera dedicarse profesionalmente a él puede acceder.
¿Qué actividad artística nutre tu vida? Estoy segura que hay alguna para ti y que no necesitas ser el más culto, diestro o talentoso para disfrutar sus beneficios. ¡Anímate! Puedo apostar que los resultados te sorprenderán.
En un mundo tan acaparado por la tecnología, el teatro es un oasis para conectarse desde otro lugar, para dejar fluir las emociones y la creatividad, para mirarnos y sorprendernos.
Y tú ¿podrías adentrarte al mundo del teatro?
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