¡Qué hay de nuevo… Viejo!
Por Araceli Mendoza
@Arinmaldoza
Recibes una invitación a la fiesta de un amigo/a que cumple 70 años, quien no quería dejar pasar la ocasión para que amigos y familiares estuvieran en ocasión tan especial.
Las mesas estaban listas para que te sentaras donde quisieras. Dijo que habría mago, quien fue de mesa en mesa para hacer sus trucos. Todos los amigos, obviamente adultos mayores, observaban los trucos con sorpresa.
Pero los trucos que muchos tenían que hacer eran tomar el medicamento —que por supuesto tocaba—, ya para la presión arterial, la gastritis o para controlar los niveles de glucosa. Muchos sentían pena de tener que tomar el medicamento, pero al percatarse que el de al lado y el de junto hacían lo propio, se convirtió en una acción normal.
¿Por qué a los adultos mayores les cuesta tanto aceptar que su día a día ha cambiado? Los amigos hacen casi lo mismo que tu, porque la edad dicta los comportamientos a seguir en cada momento de la vida; cada época nos adaptamos a comportamientos según el momento que estemos viviendo, pero siempre cuesta trabajo reconocer ante la sociedad que ya eres un adulto mayor.
Y sí, llega el tiempo. Se agotan las cosas y las consecuencias se hacen sentir. Te conviertes en frágil y el tiempo de reacción se alenta. La vida te devuelve la inocencia y el asombro de caminar y no caerte, y el presente se recupera gracias a que los sentidos merman. Requieres de estar atento/a y en absoluta presencia.
Necesitas aprender a administrar tu energía y a no morir de deshidratación. Atento, porque resulta extraña la conversación de temas nuevos, sobre todo de tecnología. ¿Cuánto nos cuesta aceptar cuando alguien más joven nos dice: “pase usted”, “siéntese, por favor”, "tiene alguna tarjeta de descuento, como la del INAPAM..? Tu espíritu es joven, pero tu apariencia ya no lo es. Muchos se preguntan ¿por qué tengo que tomar ese medicamento, si me causa somnolencia? Es para que descanse tu cuerpo, que ha trabajado durante muchos años y ahora necesita descansar para que al día siguiente no pierdas la batalla de repetir los actos rutinarios que te sostienen en esta vida bendita y en esta época privilegiada por la ciencia.
Todo se pierde, amigos. Ya no recuerdo quién fui; olvido lo accesorio y recuerdo lo esencial, como tomar mis medicamentos y no olvidar los lentes.
Los invito a no sentirse marginados, aunque un grave problema es perder la audición, lo cual puede marginarte de conversaciones o causarte ansiedad.
Todo por servir se acaba, pero puedes buscar herramientas para no sentirte mal. El boleto seguro que todos tenemos es la vejez, a la cual muchos jóvenes no llegan por imprudentes. Disfruta esta edad y deja que te consientan, sin sentirte viejo.
quehaydenuevoviejo760@yahoo.com.mx
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