Mejor hecho que perfecto

Por Déborah Buiza

@DeborahBuiza

Hoy te planteo el siguiente escenario:

Imagínate que reúnes todas las condiciones, facilidades, habilidades y recursos para realizar no sólo con facilidad, sino con perfección y éxito desde el inicio, proyectos o sueños que tienes en mente. Sería fantástico ¿verdad? ¿Cuáles realizarías de inmediato?

¿Qué pasaría si tuvieras garantizado el éxito y la perfección de las cosas que realizas, desde el primer intento?

Rara vez las condiciones ideales están dadas y no hacemos las cosas de manera perfecta a la primera. ¿Cuántas cosas de la “lista de pendientes” has postergado por creer que las harás hasta que puedan salir perfectas?

Si bien es necesario y útil considerar un mínimo de planeación, organización y recursos para garantizar la operación de nuestros proyectos, a veces los postergamos por “pensar demasiado las cosas”, por “planear demasiado” en espera de una perfección que no llega (y quizás nunca llegará).

Tal vez podríamos desbloquear el asunto si consideramos que la perfección se podría alcanzar sobre la marcha; que tal vez puede llegar después de varios intentos (pero hay que hacerlos), o aceptar que es probable que nunca llegue el momento o la manera perfecta, porque simplemente es necesario hacerlo, aunque no sea perfecto.

No siempre tiene que ser perfecto. Para empezar, tiene que hacerse.

Que conste: esto no es un llamado a la mediocridad, a hacer las cosas al “aventón” o al “ahí se va”, sino a ponerse en acción, a movilizarse y trabajar sobre la marcha en la posibilidad de hacer las cosas, hacerlas bien y, al final, si es posible, volverlas perfectas.

No quiere decir que no pondrás todas las ganas, empeño, cuidado, entusiasmo y recursos con que cuentes para que quede hecho lo mejor posible, sino que no te detendrás ante la creencia y exigencia del perfeccionismo.

Repite conmigo: Para empezar, antes hecho que perfecto.

Y tú, ¿si no tuvieras que esperar a que algo sea perfecto, qué estarías haciendo?