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Freno a los plásticos, otra cumbre climática sin acuerdo


© UNEP / Duncan Moore
© PNUMA / Duncan Moore

 Tras una semana de negociaciones en Busan, Corea del Sur, los 177 países reunidos para resolver el problema de la contaminación por plásticos fracasan y pactan otra reunión en 2025 para tratar de dar forma al texto definitivo de un tratado global contra la contaminación por plásticos.

Las mayores desavenencias fueron en los límites a la producción de plásticos, ya que un grupo liderado por algunos de los grandes productores de petróleo y polímeros plásticos no quiere objetivos obligatorios y vinculantes.

La de Busan fue la quinta sesión del Comité Intergubernamental de Negociación (INC-5, por sus siglas en inglés) y supuestamente la definitiva. Ahora hay que esperar a la siguiente, donde el debate iniciará a partir de un documento base distribuido por la Presidencia del Comité.

En ese texto se aprecia que la polémica sigue abierta: la mayoría de artículos tienen opciones múltiples, por lo que al leerlo deja ver todavía queda mucho por hacer.

El problema del plástico

Y mientras los políticos no se ponen de acuerdo, la crisis del plástico va en aumento. La producción mundial de plásticos se duplicó en los últimos 20 años, hasta alcanzar 460 millones de toneladas anuales, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).  Si nada cambia, la cantidad va a triplicarse a 2060.

Hoy, el 50 por ciento de los desechos plásticos acaba en tiraderos; 19 por ciento se incinera y menos del 10 por ciento se recicla. Del rest, se desconoce cómo se gestiona, y acaba, en su mayoría, en los ríos y los océanos.

Pero hay inidicios de que el problema es mayor. Una publicación en Nature  concluyó, tras hacer un inventario de la contaminación plástica en 50 mil 702 ciudades, que cada año van en la basura 52 millones de toneladas de plástico.

Otro estudio, en Science, menciona que la generación de residuos plásticos alcanzará los 121 millones de toneladas en 2050.

Sin embargo, esta investigación señala que la contaminación podría reducirse 90 por ciento, si se aplican medidas como:

  • obligar a que los nuevos productos se fabriquen con un 40 por ciento de plástico reciclado;

  • limitar la producción de plástico nuevo a niveles de 2020;

  • invertir en la gestión de residuos plásticos, de tiraderos a servicios de recolección; e,

  • instrumentar un gravamen sobre los envases de plástico.

El no acuerdo de Busan

En las negociaciones de Corea, Luis Vayas Valdivieso, presidente del Comité de Negociación, se mostró optimista y declaró que “logramos avances significativos en Busan en el esfuerzo colectivo para abordar la contaminación por plástico. Sin embargo, el trabajo está lejos de completarse”.

Ahora todo el mundo sabe que en 2025 el clima negociador será más complicado. La postura de los Estados Unidos, enfocada en retrasar y diluir el acuerdo final, podría ser más extrema ya con Donald Trump en la Presidencia, ya que rechaza abiertamente el multilateralismo.

Según el texto presentado, el desacuerdo sigue en cuatro puntos:

  • El alcance. La organización High ambition coalition to end plastic pollution, que agrupa a 70 países, pide límites claros a la producción de nuevos plásticos, con lo que consiguió que otros 30 países se sumaran, pero los países petroleros quieren que el acuerdo se centre sólo en la gestión de residuos y reciclaje. En este grupo destacan los Estados Unidos, Irán, Rusia y Arabia Saudí. China tiene una posición ambigua y se centró en responsabilizar a los países ricos.

  • Las prohibiciones. Otro punto es el de la limitación de algunos productos de un solo uso o imponer tasas especiales, tal como ha hecho la Unión Europea o algunos países de América Latina, así como limitar la producción de algunos de los polímeros más contaminantes.

  • El financiamiento. ¿Quién va a pagar por todas estas medidas? Igual que con otros tratados internacionales, los temas financieros son los más difíciles de resolver.

  • El acuerdo. No se ha definido cómo será la aprobación del acuerdo o su aplicación si finalmente se logra (mayoría, consenso total o si el bloqueo de un país podrá vetarlo).

“Es claro que persisten las diferencias; esa ha sido la realidad de las negociaciones”, dijo en su discurso final Inger Andersen, directora del Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUMA), “pero también lo es que hay cientos de participantes que exigen se apruebe ese tratado. No he oído a ningún delegado decir que no quiere este tratado; sólo necesitamos más tiempo para acordar un instrumento que ataque con fuerza el problema, en lugar de uno que no esté a la altura de las expectativas. Hoy cerramos esta sesión, pero el mundo seguirá observándonos y  la contaminación plástica seguirá llegando a nuestras costas”.

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