Por Omar Garfias
@Omargarfias
La actividad económica del sector secundario de Sinaloa (construcción, manufactura, etc.) tiene cuatro trimestres seguidos en contracción, reduciéndose.
Eso, sin considerar las consecuencias de la crisis de violencia.
El conjunto de la economía presenta descenso en dos de los tres últimos trimestres reportados por el INEGI.
En el segundo trimestre de 2024, la actividad económica de Sinaloa mostró un movimiento anual de menos 0.7 por ciento. Disminuyó en comparación a la actividad económica que hubo en el segundo trimestre de 2023, un año antes.
Esto significa que fue de las economías estatales que menos creció entre junio de 2023 y junio de 2024. Ocupó el lugar 29. Abajo del promedio nacional de 2.1.
También disminuyó si lo comparamos con el trimestre anterior, el primero de 2024. Bajó 1.4.
Es el dato más reciente del INEGI, sin incluir los efectos del culiacanazo, que empezó en septiembre.
La actividad económica de Sinaloa en el cuarto trimestre de 2023 fue desastrosa; retrocedió 4.6 por ciento anual. La peor del país. Muy por debajo del promedio nacional, que avanzó 2.5.
También retrocedió respecto al trimestre anterior, el tercero de 2023, 5.3 por ciento.
El primer trimestre de 2024 no siguió cayendo, levantó, aunque en el segundo trimestre, el siguiente, volvió a caer.
El gobierno del estado, en el tercer informe, da sólo los datos del primer trimestre de 2024, el de la recuperación, para hacer parecer que la economía sólo está creciendo y mucho.
Lo cierto es que en 2023, de enero a diciembre, la actividad económica estatal sólo aumentó 0.4 por ciento. Abajo del promedio nacional.
El dato de la disminución del sector secundario es evidencia de un gran fracaso: en época de nearshoring, en lugar de crecer, el sector se empequeñece, lo que muestra que no se ha captado inversión de ese tipo a pesar de ser considerada como la novena entidad en cuanto a condiciones para aprovechar la relocalización de empresas, según el Instituto Mexicano de la Competitividad.
El tercer informe del gobierno estatal festeja la “llegada” de inversión extranjera, porque presenta incorrectamente la información del Registro Nacional de Inversión Extranjera Directa de la Secretaría de Economía del gobierno federal.
En esa plataforma, las empresas registran las “posibles” inversiones, a efecto de iniciar trámites y procedimientos. Son promesas, no hechos. Sus números no dan cuenta de dinero que ya llegó al estado, sino de intenciones que se inscriben en una plataforma digital y que pueden nunca materializarse.
El dato de llegada real es el del Banco de México, que registra lo que en verdad se efectuó.
Por ejemplo, para todo el país, la Secretaría de Economía registró, para el tercer trimestre de 2024, inversión extranjera nueva por 2 mil 110 millones de dólares, pero posteriormente el Banco de México dio cuenta de la llegada efectiva de sólo 511 millones de dólares.
Lo real es que la actividad económica está menguando en Sinaloa; lo real es que no se elaboró un plan para atraer inversiones de nearshoring.
Otros estados dedicaron presupuestos para adquirir tierra, para construir parques industriales; modificaron leyes y reglamentos para dar confianza y seguridad a los inversionistas, y conformaron fondos para fortalecer la educación tecnológica, la capacitación de talentos específicos que demande cada empresa y la creación de empresas locales proveedoras.
En Sinaloa no se ha hecho nada de eso.
Aquí no hay tierra disponible, ni educación especializada por empresa ni apoyo a los negocios locales para que aprovechen esa oportunidad.
En empleo los resultados también son malos. Aún sin considerar los efectos de la crisis de violencia.
En junio de 2023 habían 164 mil sinaloenses que querían trabajar pero, al no encontrar, ya no salían a buscarlo. Un año después la cantidad había subido a 195 mil.
En junio de 2023 había 32 mil sinaloenses que querían trabajar, buscaban empleo y no lo encontraban. Un año después, la cantidad había subido a 36 mil.
En junio de 2023 había 96 mil sinaloenses que necesitaban y buscaban un trabajo de más tiempo que el que tenían y no lo encontraban. Un año después, la cantidad había subido a 128 mil.
En el segundo trimestre de 2024, la Tasa de Condiciones Críticas de Ocupación —que comprende a quienes tienen empleos con los tiempos y salarios más bajos — fue de 21.8 por ciento. Esto es, 3.3 puntos porcentuales más que hace un año.
La Tasa de Subutilización de la Fuerza de Trabajo —que representa a las y los desocupados, subocupados y no económicamente activos disponibles para trabajar— se ubicó en 21.2 por ciento. Esto es, 3.2 puntos porcentuales más que hace un año.
La tasa de informalidad laboral no ha mejorado, se mantiene prácticamente igual que hace un año: 45 por ciento de los empleados labora sin seguridad social ni prestaciones.
No hay una eficiente política económica estatal.
El rezago respecto a las economías más importantes aumenta porque, por ejemplo, la cantidad gestionada por el gobierno para financiamiento para micro, pequeñas y medianas empresas de Sinaloa es nueve meses más pequeña que la de Nuevo León.
Cada año nos sacan más distancia.
Pequeños programas con presupuestos intrascendentes, sin visión de largo plazo. La víctima es el pueblo de Sinaloa, que ve alejarse su derecho al empleo y la prosperidad.
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