TEMAS CENTRALES
Por Miguel Tirado Rasso
mitirasso@yahoo.com.mx
La vigilancia de la autoridad
será más estricta, y cuando la oposición
seleccione a sus aspirantes,
no podrá placearlos sin incurrir
en actos anticipados de campaña.
En la historia mexiquense, Alfredo del Mazo Vélez fue el primer gobernador priísta con un período de seis años, hace siete décadas (1945-1952). Ahora su nieto, el gobernador actual del mismo nombre, será el último mandatario del PRI, con lo que concluye el ciclo de 94 años de hegemonía de este partido en el gobierno mexiquense, tras la derrota electoral de la candidata de la Alianza Va por México, Alejandra del Moral, ante la morenista Delfina Gómez.
Con este triunfo, la 4T suma a su haber 22 gubernaturas bajo sus colores (una compartida con el PES, en Morelos), además de otra incondicional que sigue las directrices de Palacio Nacional: San Luis Potosí, del PVEM. Esto significa que para la elección presidencial de 2024, Morena y sus aliados gobernarán sobre el 70 por ciento de la población del país, más de 90 millones de mexicanos.
Notable y envidiable posicionamiento político para un joven partido que, antes del tsunami electoral de 2018, no gobernaba ni un solo estado de la República. Con el triunfo de Morena en el Edomex, los gobiernos del resto de las entidades federativas (9), quedan distribuidos entre el PAN (5), el PRI (2) y Movimiento Ciudadano (2). Un mapa político, ciertamente, cómodo para los propósitos electorales de una Cuarta Transformación que pretende extenderse más allá del 2024.
El pasado domingo no hubo sorpresas en los procesos electorales de los estados de Coahuila y Estado de México. Si bien algunos pronósticos exageraban números, al final del día, literalmente, triunfaron quienes aparecían en primer lugar de las preferencias. En el Edomex, la joya de la corona, la maestra Delfina Gómez superó por poco más de ocho puntos a la candidata de la alianza PAN, PRI y PRD, en una campaña muy conservadora, cuyo principal objetivo fue cuidar y proteger a la maestra, evitando improvisaciones y enfrentamientos y limitando sus declaraciones y entrevistas. La estrategia dio resultado y la candidata mantuvo siempre una holgada distancia de su competidora. A esto habría que agregar que en los apoyos de campaña para la maestra hubo de todo, sin que la austeridad republicana hiciera presencia.
En Coahuila, el triunfo correspondió al candidato de la Alianza Va por México, Manolo Jiménez, quien desde el inicio de la campaña encabezó las preferencias, con un buen margen de ventaja que mantuvo hasta llevarlo a ganar casi por el triple de votos sobre su más cercano competidor. La fórmula de esta victoria es relativamente simple: un buen candidato, una buena gestión del gobierno local y una alianza sin divisiones. Con esto, el resultado permitió el carro completo, la Gubernatura y las 16 diputaciones locales en disputa.
Y una vez celebradas las elecciones del Estado de México y de Coahuila, ya sin distractores ni pendientes, la concentración se vuelca, ahora, sobre la contienda electoral de 2024, cuyo proceso iniciará, legalmente, en septiembre, aunque de hecho para Morena inició en julio de 2021, con el destape anticipadísimo de sus corcholatas que, desde entonces, arrancaron su autopromoción, sin hacer caso a la ley ni a las autoridades electorales.
Y mientras los dirigentes de los partidos de la Alianza Va por México están concentrados en sus deliberaciones sobre cómo, cuándo y con quién habrán de arrancar en la competencia, como si el tiempo no debiera ser ya una de sus principales preocupaciones, los aspirantes de Morena siguen placeándose en la cancha libre.
Con dos años de ventaja en sus actividades proselitistas recorriendo el país, las corcholatas podrían, ahora sí, hacer caso a las medidas cautelares ordenadas por la autoridad para suspender su autopromoción. La vigilancia de la autoridad, en estas semanas, se volverá más estricta, y para cuando la oposición resuelva el enigma de la selección de sus aspirantes, no podrá placearlos sin el riesgo de incurrir en actos anticipados de campaña. Tendrá, entonces, que respetar los tiempos legales y esperar a los períodos de precampaña, manteniendo prácticamente en el anonimato a sus aspirantes a la silla presidencial.
Se entendería, entonces, la razón del muy prematuro destape de las llamadas corcholatas. Nada casual, sino muy meditado. Ganar tiempo y oportunidad para promover y posicionar, sin competencia enfrente y bajo su control, a quienes el gran elector decidió elegir como posibles candidatos (as) para sucederlo pero, sobre todo, en quienes confía continuarán su proyecto político.
Una estrategia que aprovecha la lentitud, confusión e indefinición de una oposición rezagada y en clara desventaja para la carrera presidencial.
Junio 8 de 2023
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