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Con AMLO empeoraron los problemas de los pescadores



© Martín Zetina / Cuartoscuro

Por Omar Garfias

@Omargarfias


Al inicio de su gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador prometió que para 2022, por los programas que aplicaría, la utilidad diaria promedio de los pequeños pescadores y acuacultores sería de 305 pesos. No les cumplió, fue de sólo 179 pesos.

Inclusive, fue menor que los 209 pesos de utilidad que tuvieron en 2018, cuando no gobernaba Morena. Empeoró la utilidad, no mejoró.

La promesa no la hizo en un mitin, como candidato. La estableció en el Plan Nacional de Pesca y Acuacultura publicado en 2019, ya en el gobierno, con todos los recursos y la información necesarios para hacer un compromiso sustentado.

Los datos son del mismo gobierno, de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, entregados al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

El presidente también prometió que, por su política pesquera, la producción para 2022 sería de 2 millones 348 mil toneladas. Tampoco cumplió, fue de sólo un millón 905 mil.

La producción pesquera fue menor a las 2 millones 159 mil toneladas de 2018. Empeoró.

Prometió que en 2020 entregaría 2 mil 400 motores para que los pequeños pescadores aumentaran la producción y elevaran la rentabilidad de su actividad.

No entregó ninguno. Prometió 3 mil 200 motores para 2021 y entregó 85; prometió 4 mil para 2022 y entregó 80.

Las pesquerías son los esfuerzos organizados para capturar peces u otras especies acuáticas. Se habla de la pesquería de atún, en el Pacífico; la de merluza, en el Atlántico, etc. Actualmente, el aprovechamiento pesquero en nuestro país se concentra en 36 pesquerías.

Entre las causas que han llevado a algunas especies al estado de deterioro destacan la sobrepesca, la pesca ilegal y bajo cumplimiento del marco regulatorio, y la destrucción de los hábitats marinos y su contaminación.

En el Plan Nacional de Pesca, el gobierno sostuvo: “Estas problemáticas han condicionado de manera negativa a los trabajadores de la pesca y la acuacultura, sobre todo en las zonas rurales, incidiendo de manera perjudicial en la poca disponibilidad de productos que contribuyan a su seguridad alimentaria, a la imposibilidad de mantener su empleo y/o realizarlo en condiciones adecuadas y a no tener una fuente segura de ingresos económicos, provocando la migración de la población pesquera”.

“Para garantizar el aprovechamiento sustentable de los recursos pesqueros y acuícolas de interés comercial” prometió que el número de pesquerías explotadas a un nivel biológicamente sostenible aumentaría, en 2022, de 26 a 30, pero no cumplió; siguen siendo las mismas 26 que había en 2018.

Prometió que para 2022 serían 304 mil los pescadores que llevarían a cabo la pesca, conforme a un Programa de Ordenamiento Pesquero, y no cumplió pues sólo fueron 246 mil, poco más que los 238 mil que había en 2018.

Prometió que aumentaría el número de pesquerías que se llevaban a cabo, conforme a un Plan de Ordenamiento Pesquero; que en 2020 serían 22, y no cumplió porque siguieron siendo las 18 que había en 2018.

Que en 2021 serían 26. No cumplió, siguieron siendo 18; que en 2022 serían 30. No cumplió, siguieron siendo 18.

Prometió 230 establecimientos equipados para contribuir a la comercialización y distribución de productos pesqueros y acuícolas. Ni siquiera dio información de ello.

Del financiamiento a pescadores, ni meta hubo en el Plan Pesquero.

El presidente no cumplió las promesas para generar más riqueza pesquera, más alimentos para los mexicanos y para que los pequeños pescadores y acuacultores fueran más productivos y obtuvieran más utilidades.

La diferencia entre la utilidad prometida y la lograda son 126 pesos diarios menos, equivalente a 46 mil al año. Lo que sí entregó el presidente fue dinero en efectivo a su nombre. Cada año les dio 7 mil 500 pesos, equivalente a 24.50 pesos diarios.

Los anteriores gobiernos de Sinaloa entregaban un apoyo monetario de 1 mil 400 a pescadores a cambio de que hicieran trabajos de mantenimiento a sus implementos productivos e instalaciones comunitarias. El actual gobierno estatal quitó esa condición y duplicó la cantidad.

No es lo mismo una política social que habilita a las personas para ser capaces de generar riqueza y obtener su bienestar por sí mismos, que una política asistencialista que entrega dinero.

La política social del presidente López Obrador es muy neoliberal, no invierte en bienes públicos: centros de comercialización, infraestructura productiva, motores, financiamiento, clínicas, etc. Entrega dinero para que el pescador vaya al mercado en forma privada, a entenderse con las leyes de la oferta y la demanda, que suelen vencerlo.

Ningún pescador deja de trabajar; no le es suficiente el apoyo del programa gubernamental, pero sí depende de él para atenuar su pobreza.

No comes porque generes tu alimento, comes porque te doy de comer. No les apoyan las condiciones y las capacidades para que superen la pobreza. Siguen siendo pobres, sólo que rebasan las líneas de medición de pobreza por la dádiva externa.

No generan ingresos propios; no salen de la pobreza efectivamente. Lo hacen con dinero ajeno, algo que les saca a flote, a respirar, pero los deja pataleando en el agua, sin llevarlos a tierra.

Invertir en la capacidad productiva, además de generar bienestar sostenible, genera mayor producción; la entrega de dinero, no.

No cumplió las promesas de motores, comercialización, rentabilidad, producción de alimentos pesqueros, ordenamiento pesquero y sostenibilidad ambiental. No cumplió ninguna meta del Plan.

Solo dio pequeñas cantidades de dinero y repitió que todo estaba bien.

Empeoró la pesca.

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