Los países deben cerrar la enorme brecha de emisiones en los nuevos compromisos climáticos y tomar medidas inmediatas, pues de seguir las políticas actuales conducirán a un incremento catastrófico de la temperatura de hasta 3,1 ° Celsius.
Las naciones deben comprometerse colectivamente a reducir el 42 por ciento de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero para 2030 y el 57 por ciento para 2035 en la próxima ronda de Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), y respaldarlo con una acción rápida, o el objetivo de 1,5 °C del Acuerdo de París desaparecerá en unos pocos años, según un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Las contribuciones determinadas a nivel nacional actualizadas se presentarán a principios del próximo año, antes de las conversaciones sobre el clima de la COP30 en Brasil.
El Informe sobre la disparidad de emisiones 2024 del PNUMA: ¡Basta de palabrería… por favor! concluye que si no se aumenta la ambición en estas nuevas contribuciones determinadas a nivel nacional y se empieza a cumplir de inmediato, el mundo se encaminaría a un aumento de la temperatura de entre 2,6 y 3,1°C a lo largo de este siglo, lo que tendría efectos debilitantes para las personas, el planeta y las economías.
El escenario de 2,6°C se basa en la implementación total de las actuales contribuciones determinadas a nivel nacional, tanto incondicionales como condicionales. La implementación exclusiva de las contribuciones determinadas a nivel nacional daría lugar a un calentamiento de 2,8°C; si se mantienen únicamente las políticas actuales, el calentamiento sería de 3,1°C.
En estos escenarios (que operan con una probabilidad superior al 66 por ciento), las temperaturas seguirían aumentando durante el próximo siglo. La incorporación de compromisos adicionales de cero emisiones netas a la implementación total de las contribuciones determinadas a nivel nacional, tanto incondicionales como condicionales, podría limitar el calentamiento global a 1,9°C, pero actualmente hay poca confianza en la implementación de estos compromisos.
“La brecha de emisiones no es una noción abstracta”, dijo António Guterres, secretario General de la ONU, en un mensaje de video sobre el informe. “Existe un vínculo directo entre el aumento de las emisiones y desastres climáticos cada vez más frecuentes e intensos. En todo el mundo, la gente está pagando un precio terrible. Las emisiones récord significan temperaturas récord del mar que sobrealimentan huracanes monstruosos; el calor récord está convirtiendo los bosques en yesqueros y las ciudades en saunas; las lluvias récord dan lugar a inundaciones bíblicas.
“El informe sobre la brecha de emisiones es claro: estamos jugando con fuego, pero se nos ha acabado el tiempo. Cerrar la brecha de emisiones significa cerrar la brecha de ambición, la brecha de implementación y la brecha financiera. Y todo esto debe empezar en la COP29”.
El informe analiza lo que se necesitaría para limitar el calentamiento global por debajo de los 2°C. Para lograrlo, las emisiones deben caer un 28 por ciento para 2030 y un 37 por ciento con respecto a los niveles de 2019 para 2035, el nuevo año de referencia que se incluirá en las próximas contribuciones determinadas a nivel nacional.
“Ha llegado el momento decisivo para el cambio climático. Necesitamos una movilización mundial a una escala y a un ritmo nunca antes vistos, empezando ahora mismo, antes de la próxima ronda de compromisos climáticos, o el objetivo de 1,5°C pronto quedará sin efecto y el calentamiento muy por debajo de los 2°C ocupará su lugar en la unidad de cuidados intensivos”, dijo Inger Andersen, directora Ejecutiva del PNUMA.
“Insto a todos los países a que no haya más palabrería. Aprovechen las próximas conversaciones de la COP29 en Bakú, Azerbaiyán, para aumentar la acción, sentar las bases para unas NDC más sólidas y hacer todo lo posible para encaminarse hacia el objetivo de 1,5°C.
“Aunque el mundo supere los 1,5°C (y las probabilidades aumentan cada día), debemos seguir luchando por un mundo sostenible, próspero y con emisiones netas cero. Cada fracción de grado evitada cuenta en términos de vidas salvadas, economías protegidas, daños evitados, biodiversidad conservada y capacidad para reducir rápidamente cualquier sobrecalentamiento”.
El informe también destaca las consecuencias de la demora en la adopción de medidas. Los recortes necesarios se refieren a los niveles de 2019, pero desde entonces las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado hasta alcanzar un récord de 57,1 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente en 2023.
Si bien esto supone una diferencia marginal respecto de los recortes generales necesarios entre 2019 y 2030, la demora en la adopción de medidas significa que se deben recortar las emisiones en un 7,5 por ciento cada año hasta 2035 para reducir el calentamiento a 1,5°C, y en 4 por ciento para reducirlo a 2°C. La magnitud de los recortes anuales necesarios aumentará con cada año de demora.
1,5°C aún es posible, pero se requiere un esfuerzo enorme
El informe muestra que hay potencial técnico para reducir las emisiones en 2030 hasta 31 gigatoneladas de CO2 equivalente (aproximadamente el 52 por ciento de las emisiones en 2023) y 41 gigatoneladas en 2035. Esto reduciría la brecha a 1,5°C en ambos años, a un costo inferior a 200 dólares por tonelada de CO2 equivalente.
El aumento de la implantación de tecnologías solares fotovoltaicas y de energía eólica podría generar el 27 por ciento del potencial total de reducción en 2030 y el 38 por ciento en 2035. Las medidas en materia de bosques podrían generar alrededor del 20 por ciento del potencial en ambos años. Otras opciones sólidas son las medidas de eficiencia, la electrificación y el cambio de combustible en los sectores de la construcción, el transporte y la industria.
Este potencial ilustra que es posible cumplir los objetivos de la COP28 de triplicar la capacidad de energía renovable para 2030, duplicar la tasa anual promedio mundial de mejoras en la eficiencia energética para 2030, abandonar los combustibles fósiles y conservar, proteger y restaurar la naturaleza y los ecosistemas.
Sin embargo, para aprovechar al menos una parte de este potencial se requerirá una movilización internacional sin precedentes y un enfoque de todo el gobierno, centrado en medidas que maximicen los beneficios socioeconómicos y ambientales y minimicen las desventajas.
Para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas se necesita un incremento mínimo de seis veces en la inversión en mitigación, respaldado por una reforma de la arquitectura financiera mundial, una acción firme del sector privado y la cooperación internacional.
Esto es asequible: la inversión incremental estimada para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas es de entre 0,9 y 2,1 billones de dólares al año entre 2021 y 2050, inversiones que generarían beneficios en forma de costos evitados por el cambio climático, la contaminación del aire, los daños a la naturaleza y los impactos en la salud humana. Para ponerlo en contexto, la economía mundial y los mercados financieros valen 110 billones de dólares al año.
Los miembros del G20, responsables de la mayor parte de las emisiones totales, deben hacer el trabajo pesado. Sin embargo, están aún lejos de cumplir incluso las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC) actuales. Los miembros con mayores emisiones deberán tomar la iniciativa y aumentar drásticamente la acción y la ambición ahora y en los nuevos compromisos.
Los miembros del G20, sin la Unión Africana, representaron el 77 por ciento de las emisiones en 2023. La incorporación de la Unión Africana eleva la proporción solo en un 5 por ciento, hasta el 82 por ciento, lo que pone de relieve la necesidad de que haya responsabilidades diferenciadas entre las naciones.
Un mayor apoyo internacional y un mayor financiamiento climático serán esenciales para garantizar que los objetivos climáticos y de desarrollo puedan alcanzarse de manera justa entre los miembros del G20 y a nivel mundial.
Un buen diseño de NDC es crucial
El informe también explica cómo garantizar que las NDC actualizadas estén bien diseñadas, sean específicas y transparentes para cumplir con los nuevos objetivos que se establezcan. Las NDC deben incluir todos los gases enumerados en el Protocolo de Kioto, abarcar todos los sectores, fijar objetivos específicos, ser explícitas en cuanto a los elementos condicionales e incondicionales y brindar transparencia sobre cómo la presentación refleja una proporción justa de esfuerzos y la mayor ambición posible.
También deben detallar cómo alcanzar los objetivos nacionales de desarrollo sostenible, al tiempo que se realizan esfuerzos para reducir las emisiones, e incluir planes de implementación detallados con mecanismos de revisión y rendición de cuentas.
En el caso de las economías de mercados emergentes y en desarrollo, las contribuciones determinadas a nivel nacional deben incluir detalles sobre el apoyo y el financiamiento internacionales que necesitan.
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