Agua para todos
Por Juan Carlos Valencia
@valenciajuanc
Hace apenas unas semanas escribí sobre las escasas lluvias; las noticias del entorno hídrico internacional daban cuenta de la situación de emergencia que se presentó en diversos lugares del mundo. Países como España, Inglaterra, Alemania y los Estados Unidos declararon emergencias por sequía; las noticias del desabasto de agua en Monterrey acapararon los titulares de los periódicos y las redes sociales, pero de unas semanas para acá la noticia es otra: ahora nos inundamos en diversos lugares del país, algunos de los cuales hasta hace poco no tenían agua en absoluto.
Esta alteración extrema es cada vez mas frecuente y se debe, específicamente, al fenómeno del calentamiento global. La vulnerabilidad climática se incrementa y debemos estar preparados, porque el fenómeno es global y el cambio climático se manifiesta, entre otros aspectos, en el aumento de la frecuencia y magnitud de los fenómenos extremos, como las olas de calor, las sequías, fuertes vientos, precipitaciones sin precedente, tormentas y marejadas ciclónicas. ¿Paradójico no? Aumentan las sequías, pero también las fuertes lluvias e inundaciones. Los fenómenos naturales se vuelven más extremos.
El Servicio Meteorológico Nacional (SMN), de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), informó que, en contraste a la tendencia de déficit que se tenía hasta la semana pasada, del 1 de octubre de 2021 al 11 de septiembre de 2022 ha llovido 0.7 por ciento más que el promedio histórico de ese mismo lapso. En esa misma tendencia, del 1 de enero al 11 de septiembre de 2022 se ha registrado un superávit de lluvia de 5.1 por ciento, en comparación con la media nacional histórica de ese periodo, cuando apenas hace dos semanas teníamos un déficit de 10 por ciento respecto a la media histórica. La buena noticia es que estas lluvias permiten que las presas y los acuíferos se recarguen y almacenen agua. La Subdirección General Técnica de la Conagua informó que, al 12 de septiembre, el almacenamiento de las 210 principales presas de México se ubicó en 79 mil 521 millones de metros cúbicos (Mm3); es decir, 63.8 Mm3 más que lo registrado históricamente, en promedio, en esta fecha, lo que significa que ya se revirtió la tendencia de déficit registrada durante meses.
Pero las lluvias se han concentrado en el norte y en el sur del país, por lo cual todavía tenemos severos riesgos en el centro de México. Por ejemplo, el almacenamiento de los embalses del Sistema Cutzamala, que abastecen a una parte de la Zona Metropolitana de la CDMX, se ubican en 55 por ciento de su nivel de llenado, lo que representa 21 por ciento menos que el nivel histórico de esta fecha.
Ante esta situación, es claro que el reto real es que los recursos hídricos del país deberán gestionarse bajo condiciones de incertidumbre climática y con una visión preventiva de largo plazo, que permita disminuir el riesgo por inundaciones y sequías, al tiempo de reducir la vulnerabilidad y construir capacidades de adaptación frente al cambio climático.
Hay que trabajar en fortalecer los sistemas de alerta temprana y las acciones de prevención y mitigación en caso de emergencias por fenómenos hidrometeorológicos; revisar los protocolos de operación de la infraestructura hidráulica y restablecer los fondos de desastre para agilizar su aplicación e incentivar la prevención.
Es necesario priorizar la prevención, identificar y proteger zonas naturales que permiten regular escurrimientos y mitigar los impactos de inundaciones. Fortalecer la coordinación entre órdenes de gobierno para atender emergencias. Reforzar el equipamiento para la atención de emergencias y ampliar la capacidad de los Centros Regionales de Atención de Emergencias, así como promover la construcción de capacidades en diversos sectores para atender a la población en caso de emergencias y apoyar la organización comunitaria para hacer frente a los desastres. Urge prepararnos para la sequía y para los huracanes que, ya sabemos, se presentarán.
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