Peligro!
Gente cruel observando el sufrimiento,
tomando el poder de un pueblo desolado,
disfrutando de todo lo que han obtenido,
perdiendo el cuidado de sus acciones.
Poema Autoritarismo, autor desconocido
Cargado por Angelinne Keity Huamán
Oct 8, 2021
Lo que en verdad tienen es una falta de respeto a la crítica. México lo padece hace lustros. Algunos políticos consideran que la prensa crítica no es un actor válido en el debate público, sino un obstáculo o un enemigo ideológico. Esta percepción los hace actuar con desdén hacia las libertades y subestiman su valor como contrapeso democrático.
El fenómeno, que pareciera simplista, es también difícil de entender por los seguidores y los medios mismos que, al sentirse víctimas, lo difunden al victimizarse equivocadamente.
La cuestión es si los gobiernos lo hacen como un simple intento de desviar la atención o en realidad quieren demostrar fuerza ante lo que descalifican como comentocracia, palabra muy usada por los nuevos políticos y sus repetidores (llámense influencers, medios pequeños, portales inventados, etc.) hacia quienes ven como enemigos por no publicar lo que quieren, y lo peor es que no les representa tolerancia alguna por la crítica.
La idea de que “sólo los gobiernos autoritarios atacan a los medios que los critican” parece simplista al no considerar que el fenómeno es más complejo, con sus aristas. Si bien los autoritarios suelen recurrir a estrategias agresivas para silenciar o desacreditar a la prensa crítica, no significa que sea un comportamiento exclusivo de ellos. Gobiernos democráticos también tienen actitudes hostiles hacia los medios, aunque generalmente utilizan métodos menos represivos, como campañas de desprestigio o discursos polarizantes, en lugar de la censura directa.
El ataque a los medios por parte de los gobiernos sirve como una estrategia de distracción ante problemas estructurales o errores gubernamentales. Los ataques redirigen el foco de la conversación hacia la legitimidad del mensajero (los medios) y no hacia el mensaje (las críticas).
En otras ocasiones, el ataque puede ser una forma de reafirmar autoridad y fortaleza frente a la ciudadanía, al descalificar lo que líneas arriba se dijo y denominan comentocracia (analistas, periodistas y opinólogos), que ahora en México estamos muy activos.
Al retratar a los medios como enemigos del pueblo, los gobiernos buscan erosionar su credibilidad y consolidar una narrativa en la que ellos, como líderes, son los defensores legítimos de los intereses ciudadanos.
Cabe recordar que el 15 de junio de 2018, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) invalidó el delito de calumnia en el país, derivado de una acción de inconstitucionalidad.
Basten dos ejemplos: Por un lado, en la "mañanera del pueblo" de la presidenta Claudia Sheinbaum, los merolicos leen preguntas a modo en las que, casi todos los días, acusan a la comentocracia de falsear la realidad del país. Y ella se da gusto armando ejemplos de por qué se equivocan los malos que quieren revivir el ayer.
Apenas el 16 de enero, el gobernador de Nayarit, Armando Quintero Arias, llamó “sicarios de la comunicación” y “sicarios en las redes” a quienes, según su consideración, “a través de la difamación tratan de sacar prebendas económicas”. Sin dar nombres, descalificó a todos.
La mala noticia es que en Tlaxcala están igual... Y en Veracruz... Y en Guerrero... Y en Chiapas...
El problema es que algunos medios, al sentirse víctimas, difunden y amplifican las agresiones, con lo que refuerzan la narrativa de que son actores parciales o conspiradores.
No es sólo cuestión de autoritarismo, sino de cómo los gobiernos gestionan la relación con los medios y el papel que les asignan en su modelo de gobernanza. Aunque buscan ese fin, los políticos cada vez están más lejos de erigirse como defensores de los ciudadanos.
Justo como pasa ahorita.
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