Agua para todos
Por Juan Carlos Valencia Vargas
Facebook: JuanCarlosValenciaAGUA
La semana pasada acudí a Monterrey a la convención anual de la Asociación Nacional de Entidades de Agua y Saneamiento de México, A. C. (ANEAS) invitado por la Fundación Gonzalo Río Arronte, I. A. P.
Esta convención me dejó un sabor de boca agridulce. Por un lado, fue todo un éxito en asistencia y organización. Fue, en resumen, un evento extraordinario pero, por otra parte y desafortunadamente, no se observan avances en la solución de los problemas que aquejan a los organismos operadores de agua. Durante muchos años no hemos logrado impulsar nuevas ni mejores políticas públicas y seguimos hablando, cada año, de los mismos problemas, sólo que cada vez más graves.
La ANEAS cumplió 40 años de agrupar a los Sistemas de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento del país. Actualmente tiene más de 560 agremiados y socios que brindan agua a más de 100 millones de mexicanos. Su misión es apoyar la mejora de la eficiencia en la prestación de los servicios, así como fomentar la profesionalización del capital humano.
Pero… Cada año que nos reunimos hablamos de la misma problemática: las enormes dificultades para satisfacer la creciente demanda de agua de la población; las fuentes actuales cada vez más insuficientes; los tandeos, cada vez más extendidos; la falta de recursos para sustituir redes viejas, que cada año presentan más fugas; la carencia de recursos para nuevas redes y fuentes de agua...
La insuficiencia de agua es mayor cada año por varias razones. La primera es el crecimiento poblacional, económico e industrial en zonas de poca disponibilidad de agua; la segunda, la ineficiencia en el uso del agua, donde las fugas representan el 45 por ciento del volumen que se extrae de una fuente, y la tercera es la alteración de los patrones de precipitación debido a los efectos del cambio climático, por lo cual la sequía aqueja a dos terceras partes del país, donde las lluvias han sido escasas desde hace varios años, hay mas olas de calor, sequías más frecuentes y más severas, aunque también hay huracanes más intensos, en fechas y con comportamientos atípicos.
Para responder a estos retos se requiere inversión en infraestructura y en acciones no estructurales, pero la mayoría de los organismos está en quiebra.
No hay recursos económicos para atender las necesidades más básicas para que los organismos puedan brindar un servicio adecuado a la población; los ingresos son insuficientes, pero no podemos fijar tarifas justas, que recuperen los costos, mismos que van en aumento, especialmente la energía eléctrica, el personal y los insumos, y por si eso fuera poca presión, los subsidios federales van a la baja, por lo que en vez de ayudar a los organismos se les deja solos.
Como cada año, el evento convocó a expertos nacionales e internacionales, académicos, legisladores, empresarios, autoridades relacionadas con el sector hídrico, particularmente los dedicados al subsector agua potable y saneamiento, para discutir experiencias y casos de éxito.
Este año lo más valioso fue escuchar, de primera mano, la experiencia del gobierno anfitrión, el de Nuevo León, con la crisis del agua: cómo la han vivido y cómo la resuelven, con una nueva presa, un nuevo acueducto, decenas de nuevos pozos, programas para eliminar fugas e interconectar fuentes, y el reuso indirecto de las aguas residuales tratadas.
Soluciones que debieron instrumentar porque les alcanzó la hora cero y el Gobernador asumió el compromiso político y el liderazgo; asignó dinero del presupuesto estatal y gestionó recursos federales; negoció con los empresarios regiomontanos e impulsó a su gente, de por sí famosa por entrona y trabajadora, a trabajar lo más rápido posible.
Samuel García puede presumir lo que ningún otro gobernador en la actualidad y lo que muy pocos en la historia moderna de nuestro país han logrado, pero ¿acaso debemos esperar una crisis de estas dimensiones para actuar? ¿No deberíamos tomar medidas desde ahora?
Cada año, en cada convención, surge una nueva esperanza de que las cosas van a cambiar, de que las condiciones van a mejorar. Este año es el último del actual gobierno y de la actual legislatura; las miradas están puestas en dos hombres que pueden pasar a la historia, el diputado Rubén Muñoz y el ingeniero Germán Martínez; en sus manos está la posibilidad de establecer nuevas reglas en la Ley General de Aguas o en una ley sectorial, como podría ser una Ley de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento.
Ya no podemos dejar pasar el tiempo. Si no es posible lograr los acuerdos necesarios para crear una Ley General, hay que comenzar por algo.
Establecer en la ley las condiciones generales para fijar tarifas sin pasar por los congresos locales, para suspender el servicio por falta reiterada de pago, y para nombrar a profesionales capaces y con experiencia como directores de organismos operadores, sería un excelente inicio de una real transformación.
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